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María de Toledo (1490-1549), fue hija de Fernando Álvarez de Toledo y Enríquez, y de María Rojas de Pereira, y sobrina del Duque de Alba y del Rey Católico de España, Fernando de Aragón. Casada con Diego Colón en 1508, fue la primera virreina y la primera gobernadora que hubo en América. La mayor parte de su vida adulta transcurrió en la ciudad de Santo Domingo, de la Isla Española (de 1509 a 1530 y de 1542 a 1549), donde su marido fue gobernador de las Indias de 1509 a 1515 y de 1520 a 1524. Tuvo 7 hijos, 4 mujeres y 3 hombres, todos ellos nacidos en Santo Domingo. Fallecido Diego Colón en Puebla de Montalbán, a seis leguas de Toledo, el 23 de febrero de 1526, María de Toledo debió viajar a España en 1530 a ocuparse de la herencia familiar y de los pleitos con la corona para el reco-nocimiento de los derechos de su fallecido suegro, Cristóbal Colón, dejando a tres de sus hijos en la isla. Durante los 14 años que paso en España, tuvo en sus manos tres importantes decisiones referentes a la familia Colón: llevar de España a Santo Domingo los restos mortales de Cristóbal Colón y de su esposo; aceptar los acuerdos que finalizaron con los famosos juicios colombinos; y rechazar la custodia de la Biblioteca Colombina que por herencia de Hernando Colón recibió su hijo Luis Colón, el tercer almirante de las Indias. 


BESTIARIO COLOMBINO. Sobre el Primer viaje de Colón.

De acuerdo al resumen que nos ha llegado del Diario de Cristóbal Colón durante su primer viaje, desde que sale de la Gomera el 6 de setiembre de 1492 hasta su llegada a Palos el 15 de marzo de 1493, las anotaciones sobre aves, peces y otros animales aparecen con cierta regularidad en los apuntes cotidianos. La sorpresa principal en este tema, es la ausencia de bestias de cuatro patas en las Indias: no hay caballos, vacas, ovejas (ni elefantes, leones o lobos), y si hallan un perro, este es pequeño, se come y no ladra. El animal más anotado en el resumen del Diario son los parlanchines papagayos, pero en las islas que visitan ven iguanas, tiburones, serpientes, lagartos, ballenas y hasta tres sirenas. Para la identificación y ampliación de la descripción de los animales registrados en el resumen del Diario de Colón, se ha recurrido a Fernández de Oviedo, a Las Casas, a otros cronistas posteriores e incluso a algunos biólogos y especialistas contemporáneos. A pesar de la importancia y la curiosidad del tema, es muy escasa la atención que los historiadores y estudiosos de la gesta colombina han dedicado a tan singular asunto. 

YUCATÁN 1517. El descubrimiento por Hernández de Córdoba

En 1517, una tempestad llevó a las tres naves y a los 110 tripulantes de la expedición organizada por Hernández Córdoba hasta las costas de Yucatán, seguramente a lo que se llamó Punta Mujeres o Cabo Catoche. A pesar de lo que vieron –gente vestida y adornada con joyas, pirámides, construcciones de piedra y un mundo más civilizado que el encontrado en las islas del Caribe- decidieron superar los temores y continuaron costeando. Descendieron en Campeche, pueblo de más de tres mil casas, donde fueron espléndidamente recibidos por el cacique que se quedaría con el nombre de Lázaro, y de ahí pasaron a Champotón, donde los mayas los recibieron agresivamente y mataron a más de 20 españoles e hirieron al resto de los que habían desembarcado para llenar sus pipas de agua. Este viaje, a pesar de su trágico resultado, despertó la codicia de los conquistadores de Cuba y del Caribe, y abrió las puertas para el siguiente viaje de Grijalva, 1518, y el posterior, de 1519, de Hernán Cortes. Los detalles de este viaje, mal leídos por la historia oficial, que se ha limitado a aceptar los malos recuerdos de Bernal Díaz del Castillo, es contado en este libro desde otra perspectiva y espera situarla definitivamente en una aproximación más probable con lo sucedido